Año 2000, snowboard en el K2
Era el año dos mil dos cuando calzaba la tabla de snowboard en las laderas de la ruta Cessen del K2 y luego en el Broad Peak, Marco Siffredi estaba camino del Horbein en el Everest mientras yo –ese mismo año- bajaba por primera vez el Shivling surfeando.
K2 Mountain
Recuerdo el miedo que pasábamos cuando escalábamos con las botas recortadas y limadas para que no tocaran a la nieve en las fuertes pendientes del descenso. Cada tornillo de las fijaciones había sido tuneado, al igual que ellas, para bajar el peso. Pero, ya en esa época, en el 2K2 llevaba mis manos protegidas con unos guantes de tres dedos de Extrem Isard adaptados a los ocho mil metros que me permitían trabajar las fijaciones y otros artilugios de escalada durante el descenso con toda precisión y seguridad.
Dicen que el alpinismo es el arte de sufrir y nosotros, los que lo practicamos o intentamos practicarlo, debemos ser los artesanos de encontrar esos métodos que reducen el sufrimiento y nos acercan a ese estado de conexión con la naturaleza que nos permite encontrar el límite, de nuestras posibilidades, en los entornos más hostiles que el deporte se atreve a explorar.
La tendencia que llego para quedarse
El tiempo pasa y mientras los números de los calendarios se hacen cada vez más grandes los tiempos que se invierten en una escalada son menores cada día. La velocidad quiere imponerse como la quimera de este principio de siglo veintiuno. La velocidad que surge de los relojes cambia su sentido en las montañas. Si nos quedamos en los borrosos números de una pantalla de cronómetro nos olvidaremos la experiencia más importante de la rapidez.
¿Qué experiencia?, muy fácil: la velocidad es sólo la experiencia física de que estoy haciendo una cosa lo mejor que se hacerla. Y sea quien sea la persona que quiera discutir esta sentencia la invito a pensar en cualquiera de sus ascensiones, en cuantas veces mira el reloj, o cuantas veces es consciente en su interior de lo que tarda en recorrer un camino o escalar un largo de cuerda. En su valoración más profunda y sincera sobre lo que siente cuando escala. Y después le pediría que se imaginara, si no lo ha hecho ya, haciendo eso mismo de una forma más fluida, por no decir rápida.
La evolución pasa siempre por conocernos más y mejor, de una manera sincera y humilde, y reconociendo nuestras limitaciones, evolucionar, mejorar y crecer. No es sólo por la dificultad sino por la elegancia y el estilo.
El material que utilizaré para protegerme.
No se trata aquí de dar un curso de entrenamiento ni consejos para mejorar la biomecánica ni la fisiología. Se trata de reconocer que hay otra parte muy importante a la hora de decidir el cómo de una escalada. El material que utilizaré para protegerme. Cuando salgo diariamente a la montaña, salgo para compartir con ella una parte de mi vida. Para comunicarme con ella ese tiempo que pasamos juntos. Al material que me cubre y me protege le pido que se sea una “interface” que me permita comunicarme íntimamente con las piedras, el viento, la lluvia, el frío o la nieve. Quizás el futuro nos traiga nano-materiales que nos comuniquen con ese exterior. Pero hasta ahora solo hemos tenido nuestras ideas, nuestra habilidad con las tijeras y el “tape”, el ensayo y el error de evolucionar zapatillas o mochilas hasta que se comporten como queremos nosotros que lo hagan.
Empresas comprometidas en crear productos que cubren necesidades reales
O… la suerte de poder contar con gente comprometida que hace de nuestras necesidades sus objetivos. Logrando materiales y productos completamente adaptados a las necesidades de nuestros sueños. Porque al fin y al cabo nuestros sueños son mentiras que algún día dejarán de serlo.
Amo el trabajo artesano porque es un arte en sí mismo. La sinergia del hacedor con la necesidad. Y en un mundo de grandes producciones des localizadas ver la persona que cose o la máquina que preforma el cuero es una garantía que cada detalle recogido en una hoja de diario de expedición, cada falta, será una exigencia en ese producto que después de a nosotros, ayudará muchos otros.
Guantes y Manoplas Extrem Isard
Extrem Isard es una de esas empresas que ha crecido ayudando que el alpinismo nacional consiga sus retos y rompa fronteras. Lo digo desde mi corazón, porque antes del 2K2 en los noventa ya trabajé prototipos con Alfons. Guantes que no sólo siguen ahí (y si siguen por algo será) sino que revolucionaron la concepción del guante de montaña. Y en altura, cuando el guante es el único pasaporte de vuelta a casa para los dedos, los diferentes tipos de manoplas y sobre todo el tres dedos –con su versatilidad y polivalencia- me dan la seguridad total de no tener que preocuparme por la efectividad.
Duración y prestaciones directamente relacionado con la construcción y materiales del producto.
En una escalada como la el Jannu o la sur del Lhotse, o el mismo espolón SSE del K2, donde las cuerdas están hambrientas por destrozar la palma del guante. Pudimos comprobar como el sistema de costuras y la construcción, así como la calidad de los materiales, hacen del guante un elemento indestructible.
Y os puedo jurar que no es lo mismo andar ahí arriba con un guante lleno de cinta americana para reconstruirlo, que con uno resistente. En escaladas técnicas a gran altitud no solo debemos pensar en el calor, debemos pensar también en que ese guante este al nivel de maniobrabilidad del material que vamos a utilizar y que sea realmente resistente al terreno y uso al que nos enfrentamos. Duración y prestaciones están directamente relacionadas con la construcción y materiales del producto.
Quizás ahora con guantes mucho más ligeros y adaptados al terreno pirenaico y alpino, que ya existen en Guantes Isard, llega el momento de trabajar modelos adaptados a la transpirabilidad, resistencia y tecnicidad para el alpinrunning.
Es decir, un guante que sea otra piel, que sin demasiado peso me proteja y me deje -en mayúsculas- sentir a la piedra, a la nieve… a la naturaleza en al cual me muevo, o con la cual me muevo.
Y seguiremos con los guantes en nuestras manos probándolos y exigiéndoles como nos exigimos a nosotros mismos, para cambiarlos, porque la creatividad es la inteligencia divirtiéndose.
Jordi Tosas.